20140128

Entrada #22; afección.

La poética romántica incita a pensar en el arte como una filosofía de vida, como algo que no avanzó en paralelo a los designios materialistas a los que nos hemos visto lógicamente guiados con la evolución y el transcurso de la creación plástica moderna y post-moderna, teniendo como referente y tendencia principal el llamado Post-Pop.

Sí algo ha dado el arte del s. XX al mundo, es gente frustrada. Unos por complejo, otros por no cumplir sus expectativas personales. Y tanto unos como otros forman parte tanto de los circuitos "outsider", alejados de las inauguraciones con catering financiado con dinero público, como de las esferas dependientes de las instituciones que creen poseer alguna clase de relevancia intelectual, plástica y/o filosófica.

De vez en cuando, suelo revisar los textos escritos anteriormente, antes de redactar una nueva entrada. Habida cuenta de que he comentado mi negativa a vivir del arte, a ganar dinero con dicha actividad, me propuse la posibilidad de re-escribir algunas entradas. Darles otra vuelta de tuerca, otorgarles capas de información y enlaces a recursos, y aprovechar esas situaciones inesperadas que uno se encuentra al tener relación diaria con el ajetreo propio de una ciudad capitalina. 

Para este caso en concreto he decidido utilizar una fotografía que ilustra ese romanticismo por el cual arte es aquella capacidad de otorgar simbolismo a cualquier expresión, obviando técnicas o formatos.


       


La imagen no necesita descripción. Pero si quizás un nexo de unión con la problemática de dedicarse al arte en una tierra deliberadamente turística, donde los dibujantes de caricaturas y retratos proliferan en las avenidas marítimas, ofreciendo al turista un "souvenir" personalizado sobre la marcha, a cambio de una retribución cuyo valor es oscilante. Este hecho, de manera aislada, podría no ser tomado en consideración, por ser demasiado mundano o, como diría un cultureta, "lugares comunes". Lo cierto es que no hablo de ninguna novedad, en ningún momento he tenido la pretensión de hacerlo. Pero creo que es necesario equiparar este hecho, que en Canarias cada vez se da menos, con un fenómeno similar que ocurre a diario en otros lugares, como por ejemplo, en el Puente de Carlos IV, en Praga (República Checa). Con la salvedad de que allí, ni los dibujantes ni los turistas gozan de un clima cálido y agradable. En cambio, gozan de un acervo cultural, arquitectónico e histórico dignos de admirar, cosa que aquí, en Canarias, pues no tenemos. Cosas de ser una colonia de ultramar, supongo.

         


Algo que sí tenemos en Canarias ( y no en todas las islas) es arena. Algo que sí puede ser tomado como una novedad relativa es la aparición de artistas callejeros que trabajan con arena. Un elemento común a estos artistas es que trabajan por la noche. Y el nuevo método de retribución son unas pocas monedas a cambio de poder sacar una foto de la obra y su proceso de construcción, al cual se le añade el atractivo de lo efímero, ya que esa obra será destruida con total seguridad al día siguiente para dejar libre la arena de la playa para su disfrute lúdico. 

Haberme encontrado con aquel señor dibujando extraños reptiles en la arena de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, a plena luz del día, y sin más motivo aparente que el mero hecho de dibujar con arena, me hizo recordar eso de no querer vivir del arte. Me hizo reflexionar sobre la expresión plástica en una zona urbana pública. Me recordó al Street art y al graffiti. Y finalmente, me motivó a comenzar esta entrada de blog haciendo referencia al romanticismo. Ese hecho me afectó.

¿Acaso no es eso de lo que trata el arte?


No hay comentarios: